Argentina es un país con mucho potencial forestal.
El clima, los suelos y las precipitaciones permiten lograr materias primas de
gran calidad. La superficie forestal del país se estima en unos 50 millones de
hectáreas.
Las provincias con mayores extensiones son Chaco,
Formosa, Santiago de Estero, Salta, Misiones, Santa Fe y la Pampa. Desde finales
del siglo XX se ha reducido el número de bosques nativos debido a la
explotación desenfrenada, pues árboles como el quebracho y el algarrobo fueron
talados sin replantarlos y comenzaron a desaparecer.
En la selva tucumano-salteña algunas especies como
el palo blanco, el palo amarillo y los cebiles, están amenazadas, tanto por la tala forestal como por la extensión
agropecuaria.
Las
regiones forestales de mayor importancia son las de la selva misionera y
tucumano-saltera y los bosques subantárticos en los Andes patagónicos. Las
maderas que prevalecen en estos bosques son las de tipo semiduro,
entremezcladas con maderas finas de tipo duro y otras blandas, que se utilizan
principalmente para la producción de papel, construcciones y embalajes.
Pero la actividad forestal no sólo es la obtención
de madera, sino también la promoción del cultivo de especies de crecimiento
rápido para la obtención de leña y celulosa. Así, cabe destacar los
monocultivos de eucaliptos, oriundos de Australia y pinos nativos de
Norteamérica, los que son predilectos por su rápido crecimiento. Las
forestaciones exóticas van reemplazando bosques y selvas autóctonas y cubren cada vez una mayor
superficie de terreno.
La política de forestación y reforestación
existente en Argentina trata de cubrir las necesidades básicas de este tipo de
maderas: legisla el patrimonio forestal del país, define el bosque, prohíbe la
devastación de bosques y tierras forestales y la utilización descabellada de
los productos forestales, clasifica los bosques y considera planes de
forestación y reforestación.
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